Mi mente por momentos se pone frenética, pero cuando voy hacia dentro percibo que no hay emociones involucradas. Es como si a mi cabeza le entretuviesen los dramas, no está tranquila con tanta paz. Pero ahora cada vez que me ocurre, pienso las facetas y vuelvo al momento presente, a mi conciencia y desde ese lugar puedo observar los pensamientos y dejarlos pasar, dándome cuenta que no soy eso.
Los pensamientos siempre estarán ahí, la clave es desidentificarse de ellos. Y esto me reafirma aún más que ser feliz pasa sólo por una elección personal.
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