jueves, 29 de diciembre de 2016

Dejar ir lo viejo

Estoy a la espera que una empresa de reciclaje venga a retirar mi ropa vieja. Ayer regalé mi escritorio y antes, las sillas de mi oficina. Me encuentro en un proceso de dejar ir lo viejo de mi departamento, porque sin duda que los ambientes en los que nos desenvolvemos en nuestro día a día nos influyen más de lo que imaginamos.

Todo empezó cuando mi pololo estuvo aquí la primera vez, él es muy sensible y se terminó enfermando. Me dijo que la energía del lugar estaba muy lenta, lo que se debía a la gran cantidad de cosas viejas que había. Después, a fines de octubre, decidí dejar mi oficina, y a falta de un lugar mejor, todo terminó aquí, en donde no tenía el espacio suficiente. Con eso,  empezó la lenta selección de lo que servía y qué no, que por estos días aún no culmina. La última etapa del proceso fue que, en un impulso, hace un poco menos de un mes, empecé a arrancar yo misma el papel mural que no había sido cambiado en 26 años, simplemente porque ya no fui capaz de soportarlo.

En todo caso, debo decir que, sobre todo en estas fechas, es más que recomendable hacer una revisión de nuestras cosas, ver lo que ya no ocupamos y regalarlo, reciclarlo o botarlo. Sólo así permitiremos la entrada de lo nuevo y nuestros proyectos y nuestro año en general podrán fluir mejor.

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