"Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único". John Lennon
En estas fechas de fin de año, muchos de nosotros nos hacemos el tiempo para analizar cómo fue el año que vamos dejando atrás: lo bueno, lo malo, lo cumplido, lo pendiente, ... En mi caso, tengo que admitir que el balance arroja un resultado bastante positivo: un buen año lleno de cambios y experiencias nuevas, en el que tampoco estuvieron ausentes algunas experiencias bien negativas que por suerte se fueron pronto, dejándome su correspondiente enseñanza.
Y luego del aludido balance, el próximo paso es la lista de metas para el año que empieza, esa en la que encontramos esos puntos que nunca faltan, como compartir más con amigos, viajar a algún destino que nos quita el sueño y los infaltables, que venimos repitiendo hace varios años, bajar de peso, pagar deudas, etc... En mi caso, uno que tengo pendiente desde hace un buen rato: darme más tiempo para leer y escribir.
Pero más allá de la lista de metas del año, quizás necesitamos proyectarnos un poquito más a largo plazo y darnos cuenta de la importancia de elaborar nuestra propia lista de sueños. Una en la que podamos plasmar todo lo que queremos para nuestra vida, desde lo más trascendente hasta lo más banal. Esto nos sirve para tener muy claro hacia donde enfocamos nuestra energía, acercándonos mucho más rápido a lo que deseamos. En lo personal, escribí la mía hace poco, de puño y letra, ya que escuché que de este modo deja una mayor impronta en nuestro cerebro. La miro y veo con agrado que ya he cumplido varios, así que estoy eligiendo en estos instantes el próximo. Después de dar una mirada rápida, me queda claro que no puede ser sino ese, el tantas veces ignorado deseo de escribir en el blog y la verdad, creo que ahora es el momento perfecto para empezar.
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