"Lo que hoy siente tu corazón, mañana lo entenderá tu cabeza".
Anónimo
Hoy estuve hablando con un amigo que es muy racional, le pregunté si le tenía apego a su familia y me contestó, después de pensar un poco, que creía que sí. Me dio risa, porque no es algo que se deba pensar, sino que simplemente se siente. Pero la confusión es entendible, pues estamos acostumbrados a vivir desde la cabeza y no desde el corazón. Analizamos todo para ver si se ajusta a los parametros de lo que "debería", en vez de ver qué nos hace sentir lo que pasa afuera.
Estar en la cabeza también se constituye como una protección, pues nos desconecta de las emociones, en un intento por evitar el sufrimiento. Cuántas veces hemos tenido pena o rabia e inmediatamente la bloqueamos con la frase "esto no es importante". La paradoja es que mientras más las evadimos, permanecen en nuestro cuerpo, aún cuando no tengamos conciencia de ellas. Sentir las emociones es el primer paso para sanarlas; lo que es importante, si consideramos que no tenemos ningún control sobre lo externo, pero si podemos cambiar lo que sentimos en relación a los sucesos exteriores.
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